Templarios en España. Desde Tierra Santa


Militia Templi

En estos días de tribulación y guerra en nuestra amada Tierra Santa, cuando la guerra campa sobre sus habitantes y todo ser viviente, cuando los muertos se amontonan más rápido de lo que son capaces los supervivientes de enterrar, cuando se han de realizar los entierros en fosas comunes, cuando la guerra muerde con su despiadado bocado a muchos inocentes, niños, solo por vivir en un lugar, sin tener ni siquiera ideales que le vinculen a uno u otro bando. 

La guerra, esa despiadada muestra de soberbia del que la puede emprender, basándose solo en la razón del poderío armamentístico, y de las que casi nunca existe una razón que justifique la perdida de una sola vida, a pesar de que ha fecha de hoy ya se contabilizan por miles los asesinados por uno u otro bando, este monstruo que se llama guerra, hoy en día está instalado y vive en Tierra Santa.


Esta guerra, tiene, además de la implacable imagen descrita en el primer párrafo, una serie de importantes daños colaterales, que llaman los que entienden de estas sinrazones, “daños colaterales” dicen cuando deberían de decir “daños habituales”, y tenemos hermanos sufriendo estos daños sin pertenecer a ningún bando de los que se entablan en esta disputa. Me refiero a las comunidades cristianas, que sufren el aumento de muertes y destrucción de Gaza.

Este ciclo de violencia contra todos los civiles, sobre todas las personas inocentes, normalmente los más vulnerables, padecen la orden de evacuar el norte de Gaza, lo que significa que más de un millón de personas, incluidos las comunidades cristianas, que se trasladen al sur en un plazo de veinticuatro horas.

Esta región de Gaza y todos sus habitantes llevan días privados de alimentos, medicinas, combustibles, electricidad, ni siquiera disponen de agua potable. Según leo en la prensa, un número cercano a los cuatrocientos cincuenta mil han visto sus hogares destruidos, ahí están los frutos de esta guerra maldita.

Ayer los Jefes y Patriarcas de las Iglesias de Jerusalén, ya saben la ciudad de las tres cúpulas, la blanca judía, la dorada la islámica y la oscura la cristiana, observaron desde todas las congregaciones y unidos a todos los hombres de buena voluntad un Día de Oración y Ayuno, los Patriarcas unidos proclamaban “Todavía estamos a tiempo de detener el odio”.

Pues en esta oscura situación se encuentran todos nuestros Hermanos en Cristo, y no quiero dejar de señalar el estado lamentable en que se encuentra la Orden Menor Capuchina, orden que se sostiene gracias a las peregrinaciones que desde todo el mundo se realizan a visitar los lugares sagrados que ellos custodian, y que en la actualidad se ven obligados a no disponer de su habitual medio de subsistencia, por lo degradado de la situación de su entorno.

Todos los frutos de la guerra son lamentablemente de este tipo, sufrimiento, deterioro de las relaciones humanas, y sobre vivencia del más poderoso, ya que razón no hay ninguna para desobedecer nuestro quinto mandamiento, no matar.

Por todo esto, es por lo que pido a todos los hermanos de la Militia Templi, usen nuestra más poderosa arma, la oración, la oración constante y diaria, por nuestra Orden Menor Capuchina, por nuestros Obispos y Sacerdotes, por nuestros hermanos en Cristo, que viven en Tierra Santa, para que Dios vele por sus vidas, por sus necesidades terrenales y espirituales, por que reine la paz sobre ellos y sus hogares.

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